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    El Contador, un profesional imprescindible y poco valorado.

    Desde hace tiempo se ha ido dejando de lado la idea de que el  Contador es un “mal necesario” que simplemente “lleva los papeles”. La dinámica de los negocios y la alta competencia han demostrado una y otra vez que contar con los servicios de un profesional que acompañe y asesore, es un “bien imprescindible” que no puede faltar.  

    Para la empresa, contratar a un Contador es la mejor inversión que puede realizar por su salud administrativa. Esa decisión impactará, sin duda, en la buena marcha de sus negocios.

    Para el Contador, brindar atención al cliente supone  un sinnúmero de tareas y un gran esfuerzo. De acuerdo con su actividad y las características del negocio, cada cliente tiene necesidades particulares,  pedidos, dudas, complicaciones. Para cada uno, en todo momento, el Contador tiene que dedicar tiempo y ofrecer respuestas.

    Como prestador de servicios, el insumo principal del Contador es su “tiempo”. Un tiempo calificado por su experiencia, sus competencias y sus conocimientos.

    La tarea primordial del Contador es organizar su tiempo para brindar el mejor servicio posible de acuerdo a lo que cada cliente necesita. Habitualmente los márgenes de tiempo son escasos,  se trabaja contra reloj y se necesita reacomodar prioridades ante los acontecimientos que cada día depara.

    El dilema del Contador

    Uno de los roles principales del Contador  es velar por el cumplimiento de la gran cantidad de obligaciones que enfrentan sus clientes. Las exigencias varían en cada caso pero son  muchas y cada vez más sofisticadas: declaraciones juradas de impuestos, declaraciones informativas, corroboraciones de datos, informaciones detalladas y precisas.

    Un buen contador velará por el cumplimiento de todas estas obligaciones en tiempo y forma.

    El dilema del Contador es que, habiendo cumplido con todo, su cliente no recibirá reclamos porque la diligencia de su Contador los habrá evitado. Pero valorar la “inexistencia de problemas” es muy difícil. La falta de problemas  es un intangible de difícil cuantificación.

    Mientras que el Contador sabe cuánto ha hecho por su cliente, el cliente no siempre lo ve o alcanza a verlo en su cabal dimensión. Porque para ello, el cliente debería conocer todo el universo de riesgos, consecuencias y problemas que cada incumplimiento le hubiera acarreado. Un conocimiento que solo tendría si fuera Contador.

    Aunque quisiera, el cliente no puede imaginar cuántos problemas le ha evitado su Contador. Y, como los Contadores saben, lo que no puede cuantificarse, no se puede valuar. Es decir, no se puede valorar correctamente.

    Con lo cual, el mayor dilema del Contador es que, cuanto mejor trabaja, menos se valora su trabajo.

    Se agrega, entonces, a las tareas el Contador tiene por delante el esfuerzo de transmitir a sus clientes el valor de su trabajo, de modo tal que el cliente sepa y valore  lo que se hace por ellos.

    Con la tecnología a favor

    El Contador visita las empresas, participa de reuniones, atiende inspectores, acompaña al cliente a determinados organismos, lee diariamente las novedades que afectan o pueden afectar a sus clientes, se actualiza y profundiza sus conocimientos, en una agenda marcada por vencimientos y plazos.

    Como el Contador es el profesional más cercano a la empresa  recibe preguntas de un amplísimo abanico de temas: consultas por presentaciones ante los bancos, por comisiones cobradas por los bancos, por orientación ante reclamos laborales, por asesoramiento por los distintos trámites que utilizan la plataforma de Afip, orientación financiera, preguntas sobre importaciones y exportaciones, consultas sobre las normativas de fomento para las PyME, o sobre operaciones inmobiliarias. Muchas veces también es necesario abrirse paso en la burocracia de trámites complejos que requieren conocimiento, capacidad de resolución y una gran dosis de paciencia.

    La tecnología como aliada

    Inmersos en los  cambios tecnológicos, los Contadores conocen sus dos caras:

    Por un lado, la tecnología ha multiplicado la cantidad de obligaciones virtuales que toda empresa debe cumplir. Domicilios electrónicos, revisiones periódicas para verificar notificaciones individuales de los organismos y cumplimientos de regímenes informativos, son delicadas tareas que suelen recaer sobre el  Contador y que aumentan las tareas a realizar.

    Por el otro lado, es indudable que la tecnología ha sumado importantes ventajas que permiten dinamizar el tratamiento de la documentación y de las transacciones de los clientes.

    Gracias a la tecnología, hoy es posible utilizar sistemas de gestión online donde las empresas generen las transacciones administrativas. De esa manera el procesamiento de los datos se realiza en tiempo real y los procesos se automatizan.

    Así, Contador y cliente acceden a la información en cualquier momento y desde cualquier dispositivo, con la tranquilidad de trabajar con datos actualizados y con la facilidad de compartirlos.

    Aprovechar los avances tecnológicos en la prestación de sus servicios otorga al Contador una ventaja competitiva a tener en cuenta.

    Lo que queda del día

    Entre los vencimientos y el teléfono –en los últimos tiempos, el Whats app– y con una pila de emails, recién cuando cae la tarde el Contador encuentra la tranquilidad propicia para sentarse a trabajar.

    Dedicar una parte del tiempo de trabajo para orientar a sus clientes y entrenar a sus empleados en el camino de la automatización y del procesamiento de la información,  es una inversión no solo para la empresa sino también para el propio Contador y la mejora de sus servicios profesionales.

    Al disponer de información procesada, confiable y fácilmente accesible, el Contador optimiza su  tiempo de trabajo disponible. Este salto tecnológico permite que el profesional aporte su conocimiento donde más puede brillar: iluminando los datos con su interpretación  y traduciendo los números en un aporte a la gestión.

    Artículo escrito por:

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